First Things First

Published on 17 November 2024 at 04:54

As I listened to the talk about the recent election in the United States, a truth became clear to me. I heard people expressing why they were voting for a particular person, and I heard people give certain reasons why others should vote for a certain person. It seemed people had their top reasons for voting in a particular way. Everyone felt strongly about their reasons. The people who got elected were the ones who appealed to the most reasons people had. I suppose it is that way in every country where people get to vote for their leaders.

 

There is a problem with this process though, a big problem. Just because people came together to vote for the same candidate for different reasons, it does not follow that any of their reasons were good or right. If a candidate was elected because he or she supported the idea that cows can fly, it does not mean the idea was good or right. Or suppose people voted for a candidate because he or she had the view that unborn babies were not human, or all undocumented immigrants were criminals, or that males should be able to compete on women’s sports if they self-identified as women. Would the election of the candidate make any of those views correct? Of course not.

 

Here is the truth that hit home to me in this past election: while people had their reasons for voting as they did, I did not hear many ask, “Who will carry out God’s will? What is God’s will? Are my reasons for voting for someone in line with God’s will?” It seems we are missing a key element in our reasoning. Perhaps when we vote again, we should remember Jesus’ words, “Seek first the kingdom of God and his righteousness…” (Matthew 6:33). If we will do that, we may actually find God will bless the country in which we live. Perhaps it would be time well spent, if we spent the time before the next election seeking an understanding of what God’s will actually is.

 

Primero Lo Primero

Mientras escuchaba la charla sobre las recientes elecciones en los Estados Unidos, una verdad se me hizo clara. Escuché a personas expresar por qué votaban por una persona en particular, y escuché a personas dar ciertas razones por las que otros deberían votar por una determinada persona. Parecía que la gente tenía sus principales motivos para votar de una manera particular. Todos estaban convencidos de sus razones. Las personas que resultaron elegidas fueron las que apelaron a la mayor cantidad de razones que tenía la gente. Supongo que es así en todos los países donde la gente vota por sus líderes.

 

Sin embargo, hay un problema con este proceso, un gran problema. El hecho de que la gente se reuniera para votar por el mismo candidato por diferentes razones no significa que alguna de sus razones fuera buena o correcta. Si un candidato fue elegido porque apoyó la idea de que las vacas pueden volar, eso no significa que la idea fuera buena o correcta. O supongamos que la gente votara por un candidato porque tenía la opinión de que los bebés no nacidos no eran humanos, o que todos los inmigrantes indocumentados eran criminales, o que los hombres deberían poder competir en deportes femeninos si se identificaban a sí mismos como mujeres. ¿La elección del candidato haría correcta alguna de esas opiniones? Por supuesto que no.

 

Esta es la verdad que me impactó en las elecciones pasadas: si bien la gente tenía sus razones para votar, no escuché a muchos preguntar: “¿Quién llevará a cabo la voluntad de Dios? ¿Cuál es la voluntad de Dios? ¿Mis razones para votar por alguien están en consonancia con la voluntad de Dios? Parece que nos falta un elemento clave en nuestro razonamiento. Quizás cuando votemos nuevamente, deberíamos recordar las palabras de Jesús: “Buscad primeramente el reino de Dios y su justicia…” (Mateo 6:33). Si hacemos eso, es posible que realmente descubramos que Dios bendecirá el país en el que vivimos. Quizás sería tiempo bien empleado si dedicáramos el tiempo antes de las próximas elecciones a buscar una comprensión de cuál es realmente la voluntad de Dios.

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